La música es tan antigua como la
humanidad y se define como el arte de combinar los sonidos, para expresar
emociones o sentimientos.
Los diferentes sonidos de la
propia naturaleza y la polifonía natural de los animales, formaron en la mente
humana, un primitivo sentido de armonía;
desde el murmullo del agua o el zumbido del viento, el trinar de las
aves o el grito de algunos animales, hasta la voz humana. La facultad del
hombre de imitarlos, también contribuyó a ir creando una forma de expresión
“musical”, sencilla y elemental.
Seguramente no fue algo planeado,
para un objetivo en si, sino algo espontánea. La evolución humana fue sumando
nuevos sonidos. El uso de la piedra y de
la madera en su cotidianidad, para construir
sus viviendas o sus artes de caza y pesca, fueron sumando sonidos nuevos y
provistos de emociones. La alegría del
triunfo, el ritmo del trabajo, la necesidad de comunicación, permitieron el
surgimiento de los primeros instrumentos de percusión. Tambores de diferentes tipos, desde un simple
tronco de árbol, hasta caparazones de animales.
También vale recordar que el
hombre ha entonado cánticos desde tiempos muy remotos. Pero es recién a partir
del año 1025 que se cuenta con una escritura musical, elemental, rudimentaria,
pero con un cierto grado de disciplina. La notación musical es tan importante
como el alfabeto. Permite transmitir gráficamente la armonía, la melodía, la
belleza de los sonidos y los sentimientos del creador.
No olvidemos que la música es una
de las denominadas bellas artes. La inspiración musical del artista puede
producirnos sensaciones, sentimientos y emociones agradables o no. No todos
poseemos el mismo grado de sensibilidad para valorar y disfrutar una pieza
musical, pero es una cualidad que puede ser desarrollada.
La música desarrolla el espíritu
humano, lo revaloriza hasta niveles altos.
Los indios, los chinos y los
griegos emplearon algunas palabras o letras como notación musical. El sistema
se prestó a confusiones por lo rudimentario. Entonces se hizo necesario
utilizar signos accesorios.
Llegamos entonces a la música religiosa, a los
denominados cantos gregorianos. Aquí se plasman gráficamente los gestos
del director de la orquesta, utilizando puntos y rayas para indicar el ascenso
o descenso de la melodía.
Hucbald (año
900) utilizaba dos líneas y Guido d´Arezzo (año
1025) le anexo dos. Las cuales tenían
diferentes colores para obtener una mayor diferenciación. Aquí es cuando
finalmente se inicia en un proceso lento, la notación de cinco líneas que
conocemos actualmente.
En cuanto a los instrumentos
musicales debemos remontarnos al tercer mileno antes de Cristo. Según cuenta
una fábula, Brahma entregó a los indios la vina, un instrumento de cuerdas similar al laúd. Hacia finales de la Edad de Piedra aparece una
especie de arpa de cinco o siete cuerdas. Los Caldeos y los persas
también utilizaron instrumentos similares.
Egipto
por su parte, presenta arpas y flautas. Su
música estaba principalmente destinada a los cultos religiosos y mortuorios.
De Israel sabemos que tuvo una
música autóctona muy antigua, que se perdió en el tiempo. Luego de huir de
Egipto (año 1300 A .C.),
comienza un ascenso en la música judía. El rey David
destinó de sus 38000 levitas, unos 4000 a la profesión de
músicos.
Los helenos
hacia el siglo V antes de Cristo, atribuyeron a la música un poder
trascendental. Utilizaron la cítara como
instrumento nacional, dedicada al Dios Apolo, aunque
también utilizaron la lira. De Asia importaron el oboe, y con la combinación de ambos instrumentos consiguieron
melodías de exquisita sonoridad. La música acompañó sus manifestaciones
escénicas, sus cantos corales, sus actividades deportivas, religiosas y sus
danzas.
Los romanos mientras tanto
aportaron la creación de nutridas orquestas y coros. Y gracias a ellos se
mantiene la teoría musical y los instrumentos gráficos que permitieron crear la notación actual, además de muchos
instrumentos musicales.
Educ. Chrysthel Annely Schwegler Cabuto
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